miércoles, 6 de octubre de 2010

Restroom power

En los baños regalan compresas. Van en cajitas de cartón azules y lo primero que se me ocurrió al verlas fue: compresas gratis. Podría llevarme algunas... pero postergué hasta el momento de necesidad absoluta, que llegó hoy. Esas compresas no se las podría poner ni tu abuela. Son inmensos paquetes pañálicos con infinitas e industriales cantidades de algodón, sin aerodinamismo alguno y de cuatro dedos de alto, como las que usaba mi madre allá por los años ochenta, con el dibujo de la mujer de rodillas blanca, recortada sobre el fondo azul celeste. Si no fuera porque más que celestiales, eran un infierno.

Ahora entiendo por qué las han hecho así: para que no e las lleves a casa a puñaos. Si no dan dólares a 3 cuartos.