Columbus es un infiernillo que prende sordo y lento.
El aire es denso,
Y busco las agujas con las que atravesar
ampollas nuevas
Que se clavan en la carne y en los
huesos.
Ya me han drenado entera
Para sacarme todo lo malo
Que tenía dentro.
Como globos nauseabundos
Se me enquistan los dolores del corazón
Y supuran una leche insana,
Como la que a veces me había querido
beber a bocajarro.
Ya no me harás más daño, quiste inmundo,
Ya no dolerás adentro como una vejiga
dilatada,
Como una tripa fermentada,
Como un riñón demorado.
Porque voy a tomar las calles de Columbus
Y voy a soplar y soplar hasta tirar tu
puñetera casa,
Porque no está hecha más que de pajillas,
Tu casa.
Tu verdadera naturaleza se ha expuesto,
Pero aún me queda el cielo de Columbus,
Para gritar a pleno pulmón,
Que eras un lobo con piel de cordero,
Un satanás de los más bajos fondos,
Un yerro rutilante, incontestable,
En que mis dos doe eyes no habían reparado.
Como una saltimbanqui enloquecida,
Me vuelvo a pasear por tus membranas,
Te cojo, te desmiembro y descalabro,
Te ahogo, te abocino y te aborrezco,
Porque eres un cacho de carne infecta,
Despojo, menudillo, muerte lenta.
Me he vuelto a confesar de carnicera,
Y vuelvo y me recreo en mis raíces,
Y ya purgada de todas mis puses,
Retorno para ver sangrar tus manos.
Arranca el corazón, si tienes alma,
Arranca, corre, venga, ase, pellizca,
Atrévete a extirpar la primavera,
La cherry
blossom que hay aquí en mi bosom,
Pávida sabandija enajenada,
Que husmeas como una ronca polilla,
Que me olisqueas como comadreja,
Que arrastras tus miembros como gusano,
No eres merecedor de mi navaja,
Que afilo a cada hora, recelosa,
Y espero en toda puerta de Columbus,
A la lumbre achacosa de este infierno,
Por ver arder tu carne a fuego lento,
Por chuscarrar tus dedos, tus costillas,
Por hacer asador de tus entrañas,
Y escupirte en el cieno de tu boca,
Que eres un renegado y un melifluo,
Un cabrón de la pasta más negruzca,
Un villano asesino y abatido,
Una res que se mueve a mi merced,
Esperando que el yugo de mi lengua,
Le perfore la oreja para siempre,
Y le queme la piel al rojo vivo,
Y le ahuyente del blanco de la vida,
Y le empañe el diáfano de los ojos,
Porque te voy a descoser por dentro,
Te voy a recoser a dentelladas,
Te voy a andar encima de los huesos,
Y a quebrantar tendones de tu cuerpo
Y a herir tu osamenta de esquizoide
Y a pertrechar de abono el rostro entero,
Para que no me digas que me queda ni un
ápice de purulencia enferma,
Para que sepas que me drenaron toda,
Y que el mayor error de mi alegre
primavera,
Fue no oír como aullabas a la luna.
Y hoy lo sabe Columbus entero,
Que me quema como un colosal averno,
Que me duele como una escarpia adentro,
Que me grita con cien lenguas de fuego,
Y me confunde el aliento con su calma
chicharra,
Y me oculta a los que acechan hasta que
ya es muy tarde,
Pero también expía mis tumores (sin pedir
casi nada a cambio),
En una columbiosis libre y desaforada,
Como me dijo un día que tú eras vacuno
Que tu mirada triste no era sino bovina,
Porque cristalicé en mi entretela de
perra
Todas las esperanzas de amor lisonjero,
Porque me equivoqué al esgrimirte, con
trazos,
Al mirarte desnuda e impávida de luna,
Y al no transparentarse en tu piel la
verdad
De nuevo supe yo que sería carnicera,
Y para descodarte, anudarte y rajarte,
Porque para amarrarte, quebrarte,
agrietarte,
Para desjarretarte, amputarte y
cuartearte,
Tuviste que mutilar, cercenar, dividir,
Y fragmentar mi esencia y doblar mis
quijadas,
Y todo eso lo has hecho con tus manos de
garfio,
Y me has amedrentado, y me has reducido,
Y he llorado en las noches, con las velas
colgando,
Y he salido a la calle
Por ver si becerrabas
Por las periferias.
Pero darte caza, perro, se me ha vuelto
fácil,
Porque soy tu terror y te aviso de nuevo,
Que como me patrulles, de noche, en
Columbus,
Igual sale la luna para que tú le ulules,
Y volará mi mano a arrancar tu pellejo,
Y me haré cuatro bolsas y dos cinturones,
Porque eres miserable y un ogro mundano,
Un botarate enano, un flemón, un absceso,
Un quiste engurruñido del que ya me han
curado,
Una pústula más que Columbus me ha
quitado.