sábado, 30 de junio de 2012

Columbiosis


Columbus es un infiernillo que prende sordo y lento.
El aire es denso,
Y busco las agujas con las que atravesar ampollas nuevas
Que se clavan en la carne y en los huesos.
Ya me han drenado entera
Para sacarme todo lo malo
Que tenía dentro.

Como globos nauseabundos
Se me enquistan los dolores del corazón
Y supuran una leche insana,
Como la que a veces me había querido beber a bocajarro.

Ya no me harás más daño, quiste inmundo,
Ya no dolerás adentro como una vejiga dilatada,
Como una tripa fermentada,
Como un riñón demorado.

Porque voy a tomar las calles de Columbus
Y voy a soplar y soplar hasta tirar tu puñetera casa,
Porque no está hecha más que de pajillas,
Tu casa.
Tu verdadera naturaleza se ha expuesto,
Pero aún me queda el cielo de Columbus,
Para gritar a pleno pulmón,
Que eras un lobo con piel de cordero,
Un satanás de los más bajos fondos,
Un yerro rutilante, incontestable,
En que mis dos doe eyes no habían reparado.

Como una saltimbanqui enloquecida,
Me vuelvo a pasear por tus membranas,
Te cojo, te desmiembro y descalabro,
Te ahogo, te abocino y te aborrezco,
Porque eres un cacho de carne infecta,
Despojo, menudillo, muerte lenta.

Me he vuelto a confesar de carnicera,
Y vuelvo y me recreo en mis raíces,
Y ya purgada de todas mis puses,
Retorno para ver sangrar tus manos.

Arranca el corazón, si tienes alma,
Arranca, corre, venga, ase, pellizca,
Atrévete a extirpar la primavera,
La cherry blossom que hay aquí en mi bosom,
Pávida sabandija enajenada,
Que husmeas como una ronca polilla,
Que me olisqueas como comadreja,
Que arrastras tus miembros como gusano,
No eres merecedor de mi navaja,
Que afilo a cada hora, recelosa,
Y espero en toda puerta de Columbus,
A la lumbre achacosa de este infierno,
Por ver arder tu carne a fuego lento,
Por chuscarrar tus dedos, tus costillas,
Por hacer asador de tus entrañas,
Y escupirte en el cieno de tu boca,
Que eres un renegado y un melifluo,
Un cabrón de la pasta más negruzca,
Un villano asesino y abatido,
Una res que se mueve a mi merced,
Esperando que el yugo de mi lengua,
Le perfore la oreja para siempre,
Y le queme la piel al rojo vivo,
Y le ahuyente del blanco de la vida,
Y le empañe el diáfano de los ojos,
Porque te voy a descoser por dentro,
Te voy a recoser a dentelladas,
Te voy a andar encima de los huesos,
Y a quebrantar tendones de tu cuerpo
Y a herir tu osamenta de esquizoide
Y a pertrechar  de abono el rostro entero,
Para que no me digas que me queda ni un ápice de purulencia enferma,
Para que sepas que me drenaron toda,
Y que el mayor error de mi alegre primavera,
Fue no oír como aullabas a la luna.

Y hoy lo sabe Columbus entero,
Que me quema como un colosal averno,
Que me duele como una escarpia adentro,
Que me grita con cien lenguas de fuego,
Y me confunde el aliento con su calma chicharra,
Y me oculta a los que acechan hasta que ya es muy tarde,
Pero también expía mis tumores (sin pedir casi nada a cambio),
En una columbiosis libre y desaforada,
Como me dijo un día que tú eras vacuno
Que tu mirada triste no era sino bovina,
Porque cristalicé en mi entretela de perra
Todas las esperanzas de amor lisonjero,
Porque me equivoqué al esgrimirte, con trazos,
Al mirarte desnuda e impávida de luna,
Y al no transparentarse en tu piel la verdad
De nuevo supe yo que sería carnicera,
Y para descodarte, anudarte y rajarte,
Porque para amarrarte, quebrarte, agrietarte,
Para desjarretarte, amputarte y cuartearte,
Tuviste que mutilar, cercenar, dividir,
Y fragmentar mi esencia y doblar mis quijadas,
Y todo eso lo has hecho con tus manos de garfio,
Y me has amedrentado, y me has reducido,
Y he llorado en las noches, con las velas colgando,
Y he salido a la calle
Por ver si becerrabas
Por las periferias.

Pero darte caza, perro, se me ha vuelto fácil,
Porque soy tu terror y te aviso de nuevo,
Que como me patrulles, de noche, en Columbus,
Igual sale la luna para que tú le ulules,
Y volará mi mano a arrancar tu pellejo,
Y me haré cuatro bolsas y dos cinturones,
Porque eres miserable y un ogro mundano,
Un botarate enano, un flemón, un absceso,
Un quiste engurruñido del que ya me han curado,
Una pústula más que Columbus me ha quitado.

martes, 8 de marzo de 2011

Columbuland

They say the light is different
Al otro lado del charco.
Yo pienso en algunos rincones oscuros de allende
Y no me decido por cuál.

Pero sí sé que la tierra sabe distinto,
Que la lluvia huele a otra cosa
Y que las cucarachas de Columbus no sobreviven al invierno.

Cuando vengan a verme esos monstruos infames,
Sabré que se han apagado las luces en ambas orillas del Atlántico,
Y las orillas se extienden hasta el infinito en esta parte,
Como una segunda pangea innumerable,
Como un maizal amarillo e inasequible
Donde han vuelto a oírse las armónicas debido a la pericia del equinoccio.

viernes, 4 de marzo de 2011

Desastre nuclear en Columbus II

He sobrevivido a las aceras ultrajadas de la Antártida y la Atlántida,
Las he vadeado o recorrido mesiánica,
Las he sobrevivido como una artrópoda,
Porque en Ohio fueron halladas primero.

Por eso, las cucarachas de Columbus no sobreviven al invierno,
Subsisten,
No obstante,
Persisten,
A través de los días,
Los meses,
Los años,
Y llegan tan atómicas a vulnerar las orillas de la calle,
A surgir como fósiles de entre todo el sepulto del invierno,
Y a pellizcar los panes que guardas con esmero.

Las antediluvianas que te corretean los pies,
Que pueden nutrirse de apéndices de muertos,
De mierda batracia que se inocula en las uñas,
De sucias morcillas de sangre corrupta,
Son todos los terrores de la noche más sucia,
Y pueden invadir el planeta impunemente,
Irradiantes de escarcha opaca que cruje en el dintel de la noche,
El sonido sordo que esperas oír, cuando te corretean el pecho y te reptan
El alma,
Asomando las antenas terroríficas,
Y volviendo todo el mundo en un infierno pardo de carcasas rellenas de huevos infames.

Son ellas que vuelven, a renacer del invierno,
Para que yo no sobreviva a las aceras del Tártaro y del Averno.

lunes, 7 de febrero de 2011

Desastre nuclear en Columbus

Las cucarachas de Columbus no sobreviven al invierno,
Se mueren sepultadas bajo el hielo,
Si es que alguna vez las hubo, o hubiere.

Sólo quedan piñas raras que se desprenden de los árboles,
Y te corretean los pies como insectos imaginarios.

Nunca más volveré a tener miedo de vivir en una novela de Kafka,
Nunca más trazaré en mi mente cucarachas hipotéticas,
De las que sobreviven al invierno de Barcelona,
Y a la inminente fusión nuclear del imaginario popular.

Pero las cucarachas inciertas de Columbus
Aunque se pasean sólo en mi mente,
Son vestigios de mi miedo antiguo,
Que vuelve y vuelve
Para quedarse.

domingo, 16 de enero de 2011

Cuando Rockefeller hizo los bancos, pensó en América

A Margaret, del Chase Bank


América es mucho más grande
De lo que nunca imaginé.

América te cobra mucho más
De lo que nunca imaginé.
Con sus bills interminables,
Con las tips obligatorias,
Los depósitos de luz,
Que no nos engañemos,
No son luciérnagas,
Son sucias ciénagas.

Pagas sonrisas,
Y pagas birras,
Open accounts,
En todos los bares;
Pero hay papel
En los retretes
(Eso es de agradecer).

América es tantos quarters
Como puedas descambiar
Para el laundry,
Sin eso,
Eres un homeless, un hobbo,
Eres un panoli, un bobo.

América es una tarjeta de plástico,
Slide your card, please,
Slide it fucking again,
Wanna get your cash back?

Ei Ti Ems everywhere,
Que te cobran por todo,
Y nunca llevas cash,
Y usas cheques sin fondo.

En este banco inmenso de mi envilecida América,
Es Margaret quien vela
Por mi vida y mi renta.

lunes, 10 de enero de 2011

El Campus

En el Oval la gente camina despacio
En distintas direcciones,
Son como un trasiego de ovejas negras
Que se recortan contra la nieve.

Yo desarrollo mi capacidad de fumar con ambas manos,
Ambidiestra en un panal de tantas trayectorias.

Son tantas las carreteras de Columbus,
Tan diversa trashumancia de hormiguillas,
Que la alternativa de quedarse quieta
Parece más cosa de brujería.

Yo desarrollo mi capacidad de envolver caminos
Y de ver cómo personas circundadas
No escapan al automatismo del invierno.

martes, 21 de diciembre de 2010

Mi querida España

No me acostumbro al silencio,
A esta paz de monumento,
Y fumo con avidez
En esta ventana blanca,
Allende, dos manchas blancas,
Nunca tan blancas, tan white,
Como la nieve que cubre,
La tierra lejana y lumbre
Que me acogió de repente.

No soy yo, soy, me soslayo,
Me miro tan fijamente,
Que me pierdo en los lugares
En que me encontraba siempre.

La identidad de mis ojos
Es como un miraje antiguo
Una foto en blanco y negro
Un salón de familiares,
Un bar lleno de amistades,
Croquetas, jamón, hartazgo,
Boquerón, queso, vacío.

Una taquicardia enorme,
Una lenta epifanía,
Que van las horas pasando
En un jetlag de agonía,
En un puente de fantasmas,
Un billete de aeroplano,
Cuatrocientos mil minutos,
Que no tienen conversión,
Que son minutos igual,
No son galones ni millas,
Ni libras ni farenheit,
Que son segundos y tiempo
Y el tiempo se mide igual,
Aunque pase diferente.